El
viento
De
la naturaleza me encanta el viento,
Porque
a veces me despeina el pelo,
Pero
eso me gusta porque me sirve como señal,
Por
si aparece algún vendaval.
También
me acaricia la cara
Y
me siento sin taras,
Porque
estoy tan a gusto,
Como
sentada bajo un arbusto,
Y
nos sentimos tan frescos
Como
bebiéndonos refrescos.
Su
voz me susurra al oído,
A
la vez que canta un pajarillo,
Y
refresca entero al huerto,
Que
se encuentra en mi colegio.
Zanahorias
y cebollas,
Una
brisa calurosa.
Patatas
y tomates,
Una
brisa refrescante.
Y
el viento es tan importante
Como
una estrella brillante.
Inés 6º B
Los guisantes
Esta es la historia de Pablito, un niño de 5 años al que no le gustaban las verduras, ni las endibias, ni los puerros, ni las coles de Bruselas, pero lo que nunca se comía eran los guisantes.
Su madre se los ponía con el arroz, con el pescado, otras veces con jamón...pero Pablito siempre los apartaba y no se los comía, lo extraño era que él nunca los había probado, así que no podía saber si estaban buenos o malos.
Un día fue con sus padres a una gran casa de campo a la que fueron invitados. Había otros niños, así que Pablito se lo pasó muy bien hasta que, persiguiendo a una ardilla se perdió en un frondoso bosque.
Estaba desconcertado, no sabía cómo volver, allí no había nadie que pudiese ayudarle...pero miró hacia arriba y allí, en una rama estaba la ardilla.
-Hola,¿cómo te llamas?
-¿Sabes hablar?
-Pues claro.
-Me llamo Pablo y me he perdido, tengo sueño y mucha hambre, ¿puedes ayudarme?
-¡Sígueme!
Y la ardilla llevó a Pablito a una pequeña casa abandonada que había en un claro del bosque.
-Hoy podrás dormir aquí, encima de este montón de paja y mañana, cuando amanezca, te llevaré con tus padres.
-Pero... ¡tengo hambre!
-Espera, ahora vuelvo.
La ardilla fue al pequeño huerto que había detrás de la casa y cogió lo único que había, vainas llenas de deliciosos guisantes.
-¡Abre la boca y cierra los ojos!
El niño tenía tantas ganas de comer que hizo caso a la ardilla.
-¡Qué bueno está esto! ¿qué es?
-Algunos les llaman chícharos, ¿quieres más?
-Sí,¡qué ricos!...¡pero parecen guisantes!
-Sí, eso es, guisantes, ¿te gustan?
-Están muy buenos,¿puedo repetir?
La ardilla cogió muchos guisantes y se los dio a Pablito hasta que éste quedó satisfecho.
A la mañana siguiente la ardilla acompañó al niño a la casa de campo dónde se encontró con sus padres que estaban muy preocupados.
¿Sabes qué es lo primero que les dijo Pablito?
- Mamá, papá, esta noche quiero guisantes para cenar.
LALA, LA LECHUGA DEL HUERTO
Entrevista a un gran chef. Jordi
Aventuras
en
la
huerta
Santiago 6ºB
Aventuras
en
la
huerta
Autor:
Santiago R. 6º B
Cap.1
Los Rabini
Los Rabini eran una
familia de rábanos que vivían en la
huerta del señor
Pinggel, que los trataba como sus
huéspedes, les daba
de comer, de beber y los cuidaba
bien. Los miembros
de la familia Rabini eran: Rebin, el
padre, Rubí, la
madre y Robin el hijo. Los tres vivían
muy a gusto en su
casa bajo tierra, el señor Rebin
trabajaba ayudando a
las pequeñas hortalizas a
crecer bien, la
señora Rubí ayudaba a las hortalizas
ancianas que nadie
compraba, pero Robin que no tenía
nada que hacer se
pasaba horas y horas hablando con
las verduras y
hortalizas del puesto del señor Pinggel,
todas grandes y
frescas, Robin deseaba en silencio
ser algún día así.
Pasaron varios días,
la huerta estaba tranquila, pero
un día vieron al
señor Pinggel recoger las cosas y
meterse en una
especie de cuarto trastero, era un día
nublado, de repente
cayo un rayo cerca de la huerta.
Cap.2
El tifón
El trueno se escuchó
por toda la huerta, todas las
verduras y
hortalizas se escondieron en sus casas, el
señor Rebin estaba
haciendo recuento, no faltaba
nadie, pero entonces
volvió a revisar las cuentas y vio
que si faltaba
alguien, ¡Robin!.
Robin se había
escondido junto a las plantas cuando
llegó un aire frío
y fuerte que le abanicaba la espalda,
cuando se giro, el
viento le empujo tanto que le llevo al
medio de la huerta,
donde no había ningún lugar para
resguardarse, miro
a su alrededor asustado, estaba
solo a merced de lo
que viniera, entonces lo único que
recuerda fue una
fuerte ráfaga de viento y
despertarse en su
casa confuso, tumbado en el suelo,
su padre le había
rescatado, miro por el hueco de su
cuevicasa y vio que
el viento había parado y estaba
lloviendo, se sentó
en el suelo a reflexionar y se dijo a
si mismo “hogar
dulce hogar.”
Cap.3
El rastro del
tornado
Tras el paso del
tornado la mayoría de las huertas
habían quedado
arrasadas, pero por suerte la huerta
del señor Pinggel
estaba intacta.
Las siguientes
semanas el señor Pinggel ganó mucho
dinero ya que era la
única persona del pueblo con
huerta, así que era
el único que podía vender las
hortalizas y
verduras.
Con el dinero ganado
compró muchas cosechas con las
que ganó aún más
dinero.
Pasaba el tiempo y
el señor Pinggel conseguía más
dinero, pero pese a
tantas huertas que tenía que
cultivar no se
olvidaba de su primer puesto de
verduras, y cada día
iba a regalar y dar cariño, a su
familia de rábanos
favorita, los Rabini.
Cap.4
El anuncio
Mientras Robin veía
la tele, echaron un anuncio de unas
chocolatinas que
según el anuncio estaban riquísimas,
¿Quién podría
comer eso? Se preguntaba, cuando en la
casa de enfrente
paso un camión de suministros con el
dibujo de esa
chocolatina, al marcharse el camión pudo
ver un puesto de
esas chocolatinas, ¿A quién se le
ocurriría poner un
puesto de esas chocolatinas?
Pensó, y se echó
a dormir.
A la mañana
siguiente le despertó un gran barullo, era el
puesto de
chocolatinas, estaba lleno de niños y niñas,
pero pensó, es
imposible que las familias prefieran las
chocolatinas a
nosotros somos mucho más sanos y
ayudamos a crecer.
Cap.5
Malas noticias
Al parecer, los
niños preferían las chocolatinas a las
verduras, el huerto
poco a poco se fue haciendo más y
más pobre, las
familias ya no compraban y el señor
Pinggel tuvo que
cerrarlo.
El señor Pinggel
consiguió un puesto de trabajo en una
fabrica y desatendió
su huerto por falta de tiempo.
La familia Rabini
se quería mudar, para buscar una nueva
huerta donde los
niños y los padres le gustasen las
verduras, pero Robin
no quería y se sentía solo y triste...
Sus padres se
sentían mal por su hijo, las hortalizas,
verduras, frutas,
por el señor Pinggel y por la propia
huerta, su hogar.
Si te ha gustado
este libro no te pierdas
la segunda parte,
¿se irán de la huerta
los Rabini,
abrirá de
nuevo su puesto
el señor Pinggel?
Descúbrelo en el
siguiente libro.
Resumen
La primera parte
de las aventuras de esta
increíble
familia de rábanos, de el propietario de la
huerta y todos
sus habitantes.
Un libro en el
que se enseñan varias lecciones
y una de ellas es
comer sano
De
1 a 7 años
Sofía 6º B
LA
PLANTITA DE JORGE
Érase
una vez una semilla muy muy pequeña que cayó en el huerto de una
escuela y allí empezó a crecer un poquito.
Cuando empezó a crecer la vio un
niño llamado Jorge que le gustó la plantita y empezó a cuidarla.
Jorge iba todos los días a ver como estaba su pequeña planta y le
gustaba tanto que le puso de nombre Red.
El niño como veía que la
planta era muy pequeña puso un palo a su lado para ver donde estaba.
Entonces la planta empezó a crecer alrededor del palo
trepando por él. Un día en clase empezaron a hablar de plantar
algo en el huerto entonces Jorge les dijo que ya tenía una plantita
allí y la estaba cuidando desde hacía mucho tiempo.
El profesor les dijo de ir a ver la plantita de Jorge.
El profesor le dijo a Jorge que era una tomatera y que iba a tener
tomates dentro de poco, Jorge se alegró mucho.
Pasado un
tiempo la tomatera comenzó a dar tomates que Jorge empezó a recoger
para comérselos. Jorge les dio algunos tomates a sus compañeros y
les decía que habían salido de la pequeña planta que habían
visto.
FIN
Juan 6º
C
LALA, LA LECHUGA DEL HUERTO
Lala
estaba asustada, en una caja junto a otras lechugas, ya puestas en
macetas. Llevaban un rato en la caja, hasta que un frenazo las
alertó. Alguien abrió la caja. Era un señor con el pelo blanco,
pero no muy mayor. Estaba rodeado de niños y niñas. Entonces el
hombre dijó:
-Vamos
a plantar estas lechugas para el huerto del cole.
Los
niños, ilusionados, cogieron rapidamente una cada uno. Lala cerró
los ojos, habíacha luz. Cuando los abrió lo había cogido un niño.
No era muy alto, con el pelo moreno ymezcla de rubio oscuro y ojos
verdes. Estaba junto a sus compañeros. Estos se quejaban porque
había cogido la más pequeña. Lala se sentía insignificante. Los
otros dos grupos habían cogido lechugas más grandes. De repente,
vino una chica de más edad que parecía ser tu tutora. Esta dijo:
-No
os preocupéis. Si la cuidamos bien será la más bonita de todas.
Lala
era la lechuga que presentaba a la clase de esos niños. Luego los
demás tenían la suya propia.
Por
la tarde plantaron a Lala en el huerto al lado de un cartel que
ponía: ´´LECHUGA DE 6ºC´´.
Las
demás lechugas se reían de ella: ´´Eres muy chica´´ decía una
andaluza. ´´Eres muy pequeñica´´ decía otra de origen aragonés.
Lala
creía que con el cuidado de los niños crecería.
Pasaron
semanas y los niños la cuidaban muy bien. Se hizo la lechuga más
grande. Los niños de las otras clases la admiraban, y las otras
lechugas ta no se reían de ella: ´´Lo sentimos´´. Lala, graciosa
,dijo:
-No
os deprimáis, vosotras también creceréis y seremos las lechugas
mas buenas del mundo.
Se
hicieron amigas y las utilizaron para la comida del colegio porque
estaban muy ricas y eran muy saludables.
Ainhoa 6ºC
Entrevista a un gran chef. Jordi
El
otro día fuí con Sofía a hacer una entrevista a
Jordi,
un gran chef:
Nosotras
preguntamos:
- Jordi,¿cómo has alcanzado tu sueño de ser un gran cocinero?
Jordi
respondió:
- Cuando era pequeño, no me gustaba la fruta ni la verdura; entonces, decidí ir al huerto para cogerla y rellenarla de chocolate.La probé y...¡Estaba deliciosa!Desde entonces, mezclo la comida salada con la dulce. Y creo recetas recetas geniales.
Nosotras
preguntamos de nuevo:
- ¿Te gustaría tener un huerto?
Jordi
afirmó:
- Ya tengo un huerto. Y he plantado mucha scosas, como:tomates, patatas, zanahorias, judías, lechugas...Y lo mejor es que, construí con todas las frutas y verduras podridas un espantapájaros;pero este,no es para espantar a los pájaros,si no para que las aves se coman al espantapájaros.
Nosotras
exclamamos:
- ¡Pero que buena idea has tenido! Así no malgastas la comida y ayudas a los pájaros.
Jordi
dijo:
- Mucha gracias. Se me acaba de ocurrir una idea: podríamos construír un espántapájaros con fruta y verdura sana y así poder dar de comer a las personas que no tienen comida.
Nosotras
comemtamos:
- ¿De acuerdo! Seguro que a nuestros padres les parece bien. Y muchas gracias por responder a nuestras preguntas.
Jordi
dijo al instante:
- De nada. Me ha encantado responderos. ¡Espero que de mayores seais cocineras!
Nosotras
respondimos:
¡¡¡¡¡Claro
que sííííííí!!!!!
Eva
6ºC
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